jueves, junio 23, 2011

La respuesta a Yubarta.


Imagino un mundo hermoso y virginal, un mundo regido en pre y post por Natura. 

En este mundo regido por la naturaleza empero, no existe la antinaturaleza. 

No existe el hombre.

Si pienso en el mundo creado tras el Karmakatana, 
Y leo las líneas hermosas que has creado a Yubarta
 Donde Natura vuelve a aparecer como un ser de amor y no de venganza, 
Veo entonces el Epílogo perfecto del Karmakatana mismo.

Me entristece pensar que mientras estemos aquí, 
Natura estará sufriendo. 

Me entristece pensar en el daño que le hemos hecho, 
Y en una cura que nunca llega. 

Me entristece pensar que la cura a su vez, 
También involucra extinción.

¿Crees que algún día podamos vivir en conjunción con Natura, 
Sin hacernos daño mutuo?

¿Crees que algún día, seremos capaces de atrevernos a amar?

Tal vez si pudiera escuchar el latir puro del corazón de Yubarta, 
Podría esbozar un hálito de respuesta.


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Yubarta.

http://sobrelevitar.blogspot.com/2011/05/yubarta.html


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Fuegö, 2011. Opinión.

miércoles, junio 15, 2011

The Gauntlet IV.


Si uno se decide a hacer algo,
tiene que estar dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.

He visto mil decisiones destrozadas. 
He visto gente perecer ante sus temores.
Para ser valiente no es preciso no sentir temor.
Es preciso sentirlo; ser honesto con uno mismo y atreverse a afrontarlo,
a enfrentarlo, a desafiarlo.



A vencerlo.



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Fuegö, 2011. Lógica Maldita.

sábado, junio 04, 2011

Poder significa Poder.



Ammit no lo podría decir mejor, más fuerte o más claro.
Sonidos ácidos.
Sarcásticos.
Un tormento ácido.
Una lluvia de tormentos.
Una tormenta de poder.
De poder ácido.


Ácido.


Poder significa Poder.
¡Poder significa Poder mierda!

A la mierda.


Quémate la lengua.
Chupa la sangre enferma.


Monta el caballo de las sombras negras.
Eternas.


Aprieta dientes, destroza puentes.

Puentes en ríos de ácido.
Navegando los ríos de ácido.
Nadando los ríos de ácido.


Acampando en las orillas, bebiendo ácido!
Meando ácido.

Ácido poder.
Ácido poder que significa poder.

Ácido poder de los ácidos hombres que prostituyen el poder.

El ácido Poder que significa Poder.


Ni Ammit podría haberlo dicho mejor,
Más fuerte,
O más claro.



Power Means Power.



Acid.




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Fuegö 2011, Lógica Maldita.



jueves, junio 02, 2011

El Laberinto.


Despierto.

Un aire húmedo, tibio.

Mil caminos.

¿Dónde estoy?

He penetrado en un profundo laberinto.

De aquí en adelante, pienso; todo será muy distinto.


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Canto I.


¿Cómo llegué a este laberinto y como saldré de él?
Interrogantes vacías entre la constante arremetida
De paredes ignorantes que no muestran la salida.
Admito que a veces, la monotonía se hace vicio.

Las paredes. Sí, estas viejas paredes húmedas.
A veces demasiado secas, a veces incluso trémulas.
Niebla en el ambiente la mayor parte del tiempo,
que carcome el amargo concreto del innerte parapeto.

Leí algo así en un viejo poema; "Innertia",
De viajes por los sueños a través de la inconsciencia.
Exhalo un recuerdo aciago, silentia
Estoy despierto; imaginando viajes de ensueño, dementia.

Una próxima salida, una ayuda, una sonrisa,
Tan solo, tan callado. A paso lento y sin prisa.
Camino el laberinto eterno con aliento infausto,
Agobiado por la terrible estrechés del claustro.

El silencio me duele en los oídos, como un silbato.
A veces siento aullidos picantes desde el fondo insensato.
Corro persiguiendo los pasajes de los gritos,
Como siempre cuando que llegue, callarán al infinito.

El palpitar en mi pecho se hace más fuerte,
El eco laberíntico es perenne reverberante.
Ni del sonido del destino soy realmente consciente,
A veces cara o sello a qué sendero resonante.

Recuerdo la juventud de la vida entre gatillos,
Sin saber en qué momento perdí la huella del sendero.
Ahora camino las curvas y rectas entre muros de ladrillos,
Pidiendo a gritos compañía en el laberinto verdadero.

Enredaderas a los costados de los muros,
Me como sus tallos verdes sin pensar en el futuro.
Ácidas, amargas, dulces y saladas; plantas ajadas,
Voy olvidando el pan y el sabor de las tostadas.

¿Que harán ahora mis queridos allá fuera?
Pensarán tal vez que en efecto ando perdido.
¿Vagaré buscando la salida hasta que muera?
Preguntar al morado cielo, un prístino sentido.

El morado cielo, lo veo a veces entre nubes ollinadas,
Cuando la neblina permite instancias sosegadas.
En el laberinto no hay sol y tampoco hay luna.
No hay lluvia, no hay cantos, y estrellas ninguna.

Mis pies arden por tan absurda caminata,
Me siento en el suelo derrotado en abatimiento.
Veo a lo lejos una enorme escalinata,
¿Será la salida? Me pregunto en cándido aturdimiento.

Mi deseo de salir es impronta de ilusiones,
Veo escaleras fantasmales que entre la niebla son visiones.
Visiones de la luz que deseo en esta oscuridad,
Redimidos sentimientos de venganza y de maldad.


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Canto II.


Camino la encrucijada sin la venia de un buen guía,
Que me lleve directo y seguro por senderos y caminos.
Que conozca el laberinto como un poeta su poesía,
Que no tema los ecos de pisadas falsas y falsos alaridos.

Al paso que andaba de a poco me acostumbraba,
A las voces que sintiera que de lejos me llamaran.
Hacía tentativas y a la pared me encaramaba,
Cómo éstas se quejaran y al suelo me tumbaran.

Imposible era entonces mirar más adelante,
Sin saber si al norte, al sur o al centro me encontraba.
A veces la ansiedad se volvía escalofriante,
Por no saber en qué punto el laberinto terminaba.

Por no haber sol ni luna no existían noche y día,
El tono del tiempo de un eterno anochecer.
Morado el cielo contrastaba mi alegría,
Por los ecos de las voces que eran mi luz y amanecer.

¿Pero qué eran en efecto estas voces peculiares?
Al escucharlas sin quererlo esbozaba mil sonrisas.
Venían siempre acompañadas de recuerdos familiares,
Como los de Homero declamando a la imagen de Artemisa.

El laberinto poco a poco me marca una estigma,
Descubro pronto extrañas signaturas en mi piel.
Me calmo y me concentro para resolver pronto el enigma,
Es inútil, me he extraviado como un tren fuera del riel.

El laberinto es el todo en cuanto ha de haber,
Es mi mundo, representa los confines de mi ser.
La peste mortal e inmensa de mi conciencia,
Es el Universo y sus Mares de la Crisis; Innertia.

Poco a poco me doy cuenta de mi estado;
Poco a poco pienso menos en salir,
De este eterno laberinto al que ahora estoy atado,
A sus eternos pasillos que delimitan mi existir.

Infausto existir innerte entre empedrados,
Los antiguos gritos me parecen ahora extintos.
¿Dónde han ido? ¿Por qué me han abandonado?
Yo los necesito a mi lado en este aciago laberinto.

A veces en el aire escucho aún la voz de mi madre,
Su misma voz, su mismo timbre; con tono inefable.
Trato de imaginar su rostro por encima de las nubes,
El momento más hermoso que en el laberinto jamás tuve.

Sentía la inmovilidad en todas mis articulaciones,
Escuchaba los ecos de mi resonante palpitar.
Mis pensamientos penetraban mil cavilaciones,
Ideando la jugada que me permitiera escapar.

Si hasta hube sentido en mi mano la mano tibia de mi madre,
La misma que de niño a cucharadas me quitaba el hambre.
Así, aunque las paredes me abatieran y el laberinto me diera caza,
Continuaría ideando combinaciones que me llevaran de vuelta a casa.


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Canto III


En mi recorrido me encontré con un ser semejante,
Miró con ojos tranquilos a los míos delirantes.
Nos miramos durante unos momentos silenciosos,
Cada cual en silencio incómodo esperando una palabra del otro.

¿Quién eres y qué haces aquí? -Pregunté- ¿Cómo llegaste y cómo salgo de aquí?
"-Soy el barrendero. -Respondió- Esta es mi labor y la tengo que cumplir.
Para salir empero, preciso es que halles la salida y no vuelvas por aquí,
La encontrarás si hallas la gran escalera que se oculta por ahí."

¿La gran escalera ha dicho? Esa escalinata que una vez vi,
La que sumido en confusiones, de mi imaginación creí.
Ahora era advertido de su real existencia y de hallarla,
Podría encontrar la salida de esta enredadera ¡y podarla!

Le miré y le pregunté: "¿Es cierto que la salida allí encontraré?
"-La encontrará, -Respondió- puesto que muestra la salida sólo para usted.
En la cima de la escala, verá la salida marcada con mil fuegös,
Dirija con esta brújula su caminata y ponga fin al triste juego."

Repliqué: Cierto es que el fuegö es visible a gran distancia obscura,
Pero desconozco las dimensiones del misterioso puzzle.
Agradezco señor su ayuda y el placer de una instancia segura,
¿Seré capaz de salir? Agradeceré que aquí mismo lo juzgue.

"-Todo depende de ver; -me miró y continuó- de no desfallecer,
Para encontrar una pronta salida; preciso es en ella creer.
No dejarse convencer, de las rectas y curvas cerradas,
Que lo marean y lo quiebran a uno, forzándolo a ceder."

"Le obsequio también mis antiguos anteojos largavista,
Con ellos su mirada estará siempre preparada;
Como el carbón en las rojas calderas del maquinista,
Como fuegö entibiando los latidos de su vida casi extinta."

"Confíe además en esas voces que a menudo usted escucha,
Son sus queridos que desde afuera le alientan a seguir usted su lucha.
Del laberinto yo formo parte, pero usted aquí es desgraciado,
No siente su cuerpo moverse porque a este laberinto está usted anclado."

"¿Siente el presionar como correas en sus manos?
¿Siente el palpitar mecanizado de su corazón?
¿Siente que se mueve en el vacío dejando sueltos tantos cabos?
Se mueve en un laberinto sombrío sin pensar en la razón." -Concluyó-.

Este ser me abrió los ojos más internos del cerebro,
Quizás mi estancia era su razón de ser que ahora celebro.
¿Qué hacía él solo contra la mugre del laberinto de Cerbero?
¿Quién era este eterno barrendero del laberinto prisionero?

Lo miré antes de partir y a sus ojos tranquilos pregunté:
¿Eres el único en cuanto he de ver en adelante?
Tu compañía me ha tranquilizado como buen calmante, -titubeé-
-Miré al suelo- mi anfitrión ya no estaba cuando la vista levanté.

Desde lejos, entre los pasillos oí una respuesta resonante,
Me habló entre ecos de forma elocuente sin acentos alarmantes.
"Soy espacio residual de tu conciencia, de todas las formas y acertijos,
Me limpio a mi mismo, toma tiempo; ¡apresúrate, antes que crezcan tus hijos!".


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Canto IV


¿Por qué llegué al laberinto? ¿Qué había en mi vida antes que él?
¿Por qué lo nublado de mis memorias y lo doloroso de mis recuerdos?
Me encuentro a mi mismo y a mis pensamientos más cuerdos,
¿Qué significa esta estancia perpetua en caminos de anaquel?

Caminé y caminé, zurcando los zurcos diestros y zurdos otra vez,
Llegando al fin de pasadizos cerrados, volviendo a gachas sobre mis pasos.
Me enjugaba el rostro con la niebla observando los caminos volverse escasos;
Quitando de la boca las babas amargas, llegando al centro de la insipidez.

La vista siempre levantada. La cabeza siempre erguida,
Buscando la escalera cubierta de niebla en caravana.
A la que hube llegado con sombría altivez abatida,
Pensando en ser protagonista de mi propio Karmakatana.

Enorme escalera radiante, blanca gigante ante mis ojos,
Entre la neblina, entre muros y candados la encontré.
Hacia el centro, donde acababan muros y lamentos,
En darle la vuelta, una noche y un día entero me tardé.

Comencé al fin mi ascenso triunfante; paso por paso,
Peldaño a peldaño, viendo mil nubes moradas a los costados.
Contemplando el paisaje a mi alrededor; eterno ocaso,
En el suelo eternos pasadizos enfermizos; hacia todos lados.

Al llegar a la cima de la piedra blanca acaracolada,
Miré alrededor con mis nuevos anteojos largavista.
Buscando las llamas en medio de la basta atmósfera morada,
Buscando el fuegö que me diera con sus flamas la última pista.

Desesperado, enloquecí al no ver más que laberinto a mil leguas,
Pero al recordar en donde estaba y cómo había llegado me calmé.
Hice las pases con mi enemigo y lo abracé pactando treguas,
¡Laberinto, no me has extinto y la salida encontraré!

Me tocó la providencia y una tenue luz roja pude ver,
La dirección en que apuntaba en mi brújula era el sur.
Por un momento sentí temblores en lo profundo de mi ser,
Convencido de que al sur encaminábase mi nuevo amancer.

Bajé corriendo los peldaños; intrépidos los zapatos,
Respirando a todo pulmón, de todas partes sudando.
Gritando al aire mil euforias, risas y garabatos,
Lágrimas cayendo de los ojos; de felicidad, llorando.

Pasaron días, meses y años; hacia el sur intrincado viajando,
Alimentando mi ser con esperanza, tallos verdes masticando.
Esperando recuperar los gritos que se iban alejando,
¿Vivirá aún mi madre? veo a mi mujer y a mis hijos festejando.

El cielo rojo era indicio del buen destino pereguido,
¡Cuál fue mi sorpresa, al ver las puertas de salida incandecentes!
Decisión de vivir para siempre en el laberinto entumecido,
¡O cruzar las llamas a la vida, esquivando las garras ardientes de la Muerte!

Desperté en una habitación, en tibia cama acostado,
Extraños en rededor me miraban estupefactos y asombrados.
"¿Cuántos años han pasado?" -pregunté con habla adormecido-.
"Treinta años, querido" -me respondió mi mujer; que ya había envejecido-.





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Fuegö, 2011. Micro Epopeyas.

"En un lugar del Universo; Sumido en Innertia; En el Mare Crisium. Descubrí los caminos que me llevaban al Último Baile, post Karmakatana. Descubrí los caminos, digo; los caminos que me llevaron al Laberinto."