viernes, enero 13, 2006

Recuerda, Hombre... (3ª y última Parte)

El trabajo en la perfumería, en el cual duré por más tiempo que en cualquier otro en el que hube trabajado desde mi "día D", fué el más fructífero que tuve; Me brindó grandes ganancias, y a pesar de muy merecidas, yo quería más.

Si quería cumplir mis objetivos, tenía que ser aún más ambicioso, y para hacerlo, necesitaba ahora mi propia perfumería, que sin duda, sería el negocio, que me llevararía de vuelta casi por completo a mi vida anterior. Para lograr esto ya tenía el dinero suficiente, por la vida austera y casi avara a la que me había sometido desde que me puse a trabajar, y como ya había llevado a la delantera un negocio así, no sería difícil volverlo a hacer; Mas había un pequeño bache en mi camino.

Para seguir recordando a mi amada, debía mantenerme alejado lo más posible de todas auqellas personas que algún recuerdo me habían atribuido, porque de mantenerme cerca o bien podía acercarme más a ellas (o incluso enamorarme de ellas), o bien sus facciones de a poco irían confundiéndose con las de mi amada al punto de olvidarla y ahora por completo. Si tienen un recuerdo, éste con el tiempo se va deteriorando; La mente es traicionera, agrega o quita cosas casi a voluntad, y nosotros no podemos evitarlo. No tenemos el poder de separar por completo nuestra memoria de nuestra imaginación, asi lo que no tenga una, lo complementará la otra, y es así como nuestros recuerdos con el tiempo se van degenerando, y por último si no hay nada que nos haga recordarlos tal y como eran; Los perdemos para siempre. Si bien hay detallados estudios realizados a la memoria, que postulan su capacidad de "retención" (o capacidad para guardar información) como ilimitada, o infinita si se prefiere, es la capacidad de "evocación" (o el recuerdo propiamente tal) la que es muy limitada, y puede estropearse fácilmente. Por eso debía mantenerme alejado de ellas, para no entremesclar facciones, yo necesitaba las facciones de mi amada intactas, y para hacerlo, debía recordarlas y luego "congelarlas" en mi mente, sin otras intervenciones.

Decidido, y ahora como un círculo vicioso de llegadas y escapadas, tomé todo lo que por derecho me correspondía y abandoné, no con poco esfuerzo, ese tan cálido lugar que me dió "la" oportunidad de surgir. Caminé con el temple siempre frío y con el recuerdo intacto, no podía olvidar esos ojos, ni esos labios, porque teniendo siempre el sonido de su voz y el perfume, ya me faltaban no muchos detalles para reconocer a mi amada (en el caso de tenerla en frente). Lo demás sería sólo reconstruir el pasado destruido, que bien valía la pena reconstruir.

Luego de serias y algo agotadoras negociaciones con empresarios, agentes bancarios, notariales, tipos fiscales de por aquí y por ahí, logré por fin todo lo necesario para instalar mi perfumería. Como yo mismo creaba los perfumes basándome en toda la sabiduría de una "dinastía perfumera" y agregando por poco, cada sentimiento fememino, cada detalle, y cada "necesidad" (por muy rebuscada que ésta fuera), no me fue difícil hacerme de exclusivo público y (casi) derrocar a mis más férreos contendores. La vida que ahí pasé, a pesar de no serme difícil, el hacer nuevos amigos y amigas, fue más bien solitaria en mi afán de no olvidar a mi amada, y esa quietud, hizo que la misma fuera algo aburrida, inclus tediosa si se prefiere, sin salir de lo monótono de levantarse en la mañana, ganar dinero y volverse a acostar, por lo que no mucho relataré de ésta esquiza situación.

Casi me habría transformado en un viejo huraño o tacaño de seguir así, si no hubiera sido por la tercera mujer con la que sentí esa "melancolía", una vez llegada ésta. Cuando la sentí con ella casi quise esquivarla por completo; Mas sabía que si lograba (y por tercera vez) que una mujer me entregara un recuerdo más, ya podría por poco, recordar a mi amada completamente, y así toda ésta enfermiza situación vería finalmente su fin.

El caos que un recuerdo conlleva (y me refiero a mi situación), es algo que me incomoda sobremanera, y ya he dicho de la manera en que llegaban dichos recuerdos, por lo tanto, sólo diré de esto, que la mujer que me hizo sentir esa melancolia era pelirroja, de un vívido color cobrizo, tan iluminado, que parecía fuego meciéndose al viento del atardecer. El color de su piel era tenue, muy suave, incluso "acariciable", tenía además algunas pecas, que imagino son propias, en ésta clase de mujer, pero que al ser de un aspecto suave, no desentonanaban para nada con su rostro ni con su físico, que si bien era el más "moderado", era el que mejor hacía gala de toda su hermosura.

Ésta mujer poseía unos hermosos ojos azules, que bajo el cielo, se veían como dos zafiros, perdidos en la tierra. Tenía además una cara que al igual que el cabello, hacían juego con su pecas, cara digo, de finos bordes que la hacían lucir tan bien y armoniosa que con el juego de su estilizado cuerpo, para no ser menos, hacían gala de una belleza perfecta, cual guitarra con cuerdas afinadas, de firme vástago que sujeto firmemente al cuerpo, produce aquella melodía deseada, que hasta lágrimas de admiración nos produce al presenciar.

Detalles de ahí para delante sobran, por lo que sólo diré, que por tercera vez mi mente, casi como por un mandato cada vez más esquizoide, me hizo hacerle usar el perfume a ésta dama que acabo de describir, y ahora el impacto, fue sólo comparable con la dicha de un drogadicto, que vuelve a consumir luego de un día y una noche enteros sin hacerlo, pero en sentido inverso; Casi con una perversidad, patéticamente calculada. Esa noche fue diferente; ¡Sí!, esa noche no hubo distancia, no hubo respeto, no hubieron recatos. Esa noche yo la tuve, yo la besé, e incluso la amé. Y fue precisamente el fuego de esa traición la que me hizo recordar a mi verdadera amada por completo. ¡Por completo!, ¡sí!, fue el calor, fue el cuerpo de ésta mujer, ¡Fue el sudor!, que sólo se emana de dos cuerpos en el fragor del sexo; Sí, del sexo, que proviene de dos amantes, que proviene del deseo, que proviene de la enfermedad, que busca una cura, en medio del placer. Si, esa noche fue diferente, todo lo fué, ésa vez no se lo pedí, esa vez yo lo hice, ésa vez yo le puse el perfume en su cuerpo, casi como un exorcista a una endemoniada; Maquinalmente la bañé en ésa pósima mientrás la estaba amando, y ella como una fiera al oler el perfume, cual feromona de animal en celo; Me amó aun más fervientemente, y fue ese último paso, el que de hecho me hizo perder hasta el conociemiento.

Fue el acto en sí y el perfume a la vez, mesclado con sus propias facciones análogas a mi amada, lo que me hizo evocar, mi último y más potente recuerdo. Pude recordar a mi amada gracias a la situación, y gracias a la nudez total de aquella mujer; Su cuerpo en sí, me hizo recordar físicamente a mi amada; Todo su cuerpo. Además me hizo recordar su cabello, de un tono rojizo, pero más oscuro que el de ella, su piel, que al igual que la de ésta mujer, era de un color tenue, con excepción de las pecas, ya que mi amada no las tenía. Además la singularidad de su rostro hacía juego tambíen, y si no hubiera sido por sus ojos, su boca más ancha, o su voz, podría haberla confundido seguramente con mi amada. Sin duda era esa mujer la más parecida, y de hecho fue con ella, que por fin pude recordar a mi amada. Mas ese recuerdo fué aun más violento que el anterior, el dolor de cabeza producido por el rechinar de mis neuronas fue secundado por un mareo tan brusco que casi me hizo vomitar, y creo que lo hubiera hecho, si no hubiera sido por el recuerdo que tenía ante los ojos, y que ahora no iba a desaparacer.

Si un amante es malo en su rol por desmayarse durante el acto sexual, entonces yo soy el peor de todos, pero aquello no me importó en absoluto; Lo único que quería era salir lo más pronto posible de esa situación tan mórbida, que ya casi me tenía ante la locura total, sumido en la más triste de las desesperaciones que amenazaba con destruir lo ya tan anheladamente construido. Con el último recuerdo "in mentis" (Recordándo a mi amada "tal como era"; Una mujer un tanto más baja que yo, de pelo rojo oscuro, de hermosos ojos verdes, piel tenue, labios finos, estilizado y esculpido cuerpo, que entregaba perfecta armonía con su rostro). Ahora, lo único que ahora me hacía falta era dejar todo paralizado, recoger el dinero suficiente, y llevarme mis derechos de fortuna, para poder emprender el viaje, que me traería de vuelta, el más grande de mis objetivos, el reencuentro con mi amada.

Tomé un avión con destino a Madrid, que luego haría una escala en valencia, desde dónde tendría que llegar al destino, donde supuestameste se encontraría mi amada (y he de esperar que durante éstos años de ausencia no se haya mudado). Ese lugar era una locación llamada "Manises" (nombre cual, una vez visto en el muro de mi habitación hacía ya varios años, me prohibí olvidar) a la cual habría de llegar muy probablemente en bus, a pesar de poder llegar con una escala en valencia, en avión.

Con todas las espectativas hechas, y con las esperanzas construidas, volví a emprender el viaje en busca del amor de mi vida; El último paso, ya se estaba dando. Una vez a bordo del avión el viaje duraría unas 7 horas, cosa ahora vaga, luego de haber esperado tanto por aquél momento. Para entonces, mi metódica forma de resolver los problemas aún no había resuelto el gran y último de ellos; El "dar con mi amada". Al principio pensé en buscarla en Manises, valiéndome de mis ojos, una "búsqueda ocular", la cual si fallaba (y que de hecho era casi absoluto que fallaría) daría inicio a una búsqueda en los directorios, para (y por si eso también fallaba) iniciar una búsqueda con las autoridades locales. Durante el viaje, más no me preocupé del tema, no iba a resultar tan difícil como el proceso del recuerdo, y en el agotamiento y la exitación, entremesclados con la sensación de satisfacción por haber conseguido lo primero que quería, caí en un sueño profundo.

El viaje en sí transcurrió normal, llegando sin más novedad a Madrid, ciudad en la cual haría una escala, para seguir hasta valencia, o decidirme para ir directamente a manises en bus, aunque sabía que el viaje sería aun más agotador que hacer una escala en valencia ya que iría "directo", sin escalas, y durante largas e inecesarias horas. Mientras me decidía, y como había programado el viaje para el anochecer (y era aun muy temprano), me puse a recorrer la ciudad para poder visualizar con más calma la imagen hermosa de mi amada. Tenía aun el perfume en mi poder, aunque no lo había olido desde el último recuerdo, y es que pretendía de buena forma, olerlo una vez más pero ya en la piel suave de mi amor. Mientras caminaba por madrid me topé con una tienda en donde vendían gran cantidad de revistas y textos afines, en donde un texto me llamó la atención sobremanera. Una revista hacía mención a unos de sus artículos; "La memoria". Me pareció un tema agradable ("interesante" si se prefiere) para leer mientras estuviera viajando hacia Valencia, punto al cual decidí ir, antes de ir al destino final. No sé porqué, pero había "algo" que me impulsaba ir ahí, antes que a Manises.

Ya en el avión hacia Valencia, sentí otra vez ganas de dormir, y a pesar de haber dormido en el viaje hacia madrid, no iba a hacer daño un sueño, luego de un día entero de trajín, en una ciudad para mí, desconocida. Para tener un descanso más placentero saqué la botellita del perfume, ya que no pude resistir un minuto más, oler nuevamente "su aroma" (el de "ella"), ya que sabía que éste, me entregaría un recuerdo, más puro. Así lo hice, y apliqué un poco de él en mis muñecas, para que la fragancia me acompañara durante el resto del viaje, e hiciera, como ya he dicho, más placentero mi sueño.

Antes de cerrar los ojos me puse a "ojear" el artículo que me había llamado la atención de la revista que compré en madrid. Dicho artículo tenía como título, una locución en latín, célebre por su postulado a la memoria: "Memento Hominis: Memoria minuitor, nise eam exerceas" (Recuerda hombre: La memoria disminuye, si no la ejercitas). En él vi algunas (y por llamarlas de alguna forma) "curiosidades" que me fueron de alguna forma útiles, a pesar de ya conocer varias. He de decir que nuestra memoria tiene dos grandes grupos de "tipos", los cuales se conocen por el nombre de memoria a a corto, y a largo plazo, respectivamente. El problema que me afectó desde el día del terremoto, afectó mi memoria a largo plazo, es decir, olvidé cosas desde ése punto hacía atrás, pero el daño no fué mayor como para seguir olvidando cosas hacia un "largo plazo posterior", ya que si así hubiese sido, no podría ahora recordar nada de lo que he narrado. Mas una parte del artículo me hizo ver (o al mismo tiempo recordar) una realidad que yo casi, (y a pesar de tenerla muy en cuenta) pasé desapercibida en un punto.

Ésta reflexión por unos momentos me dejó algo turbado, e incluso angustiado, porque de ser cierta, echaría por tierra, todos mis esfuerzos de recobrar mis recuerdos, y de recobrar (de paso) a mi amada, ya que sería imposible recuperarla, sin poder siquiera, recordarla. Pero de a poco me tranquilicé, y comencé a desechar ésta última supocición por considerarla exagerada, e "invocando" el recuerdo de mi amada en toda su forma (física y espiritual), cerré los ojos, y nuevamente, caí en un sueño profundo.

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¿Dónde estoy? Ah!, no entiendo nada... Hum! Así deben oler los ángeles... ¡pero!, ¡un momento éste es su perfume! ¿que?, ¿eres tú? ¡¿Eres TÚ?! oh!... Pero, no, imposible! tus labios son más carnosos... ¿Como?, tu piel, es la misma, ese color tenue es el que yo recuerdo... pero, ¡tus ojos! ¿ojos oscuros? ¡tu pelo no era rubio!, ¿que me está pasando?...

Trataré de calmarme... El perfume se sentía por todos lados, ¡oh! Aún la veo, pero, es como si se hubiera transformado, ahora tiene su pelo, es el de ella, ese color rojo oscuro es imposible de olvidar... ¡PERO! ¿piel canela? no, no, ¿porqué? si, esos son tus labios, finos, como los que me gusta besar... ¡pero!, ¡¿qué les pasó a tus ojos?! ¡ellos no eran azules!, pero, ¡tu tienes el perfume! ¡la fragancia única! entonces tu debes ser...

No, ¡NO! era imposible, mi recuerdo no era así... Ahí está otra vez, el perfume está en todo el lugar, pero proviene de ella, una mujer de pelo castaño oscuro, de labios más anchos, pero de ojos verdes, ¡oh!, ¡sin duda!, Esos son los de mi amada ¿Qué me está pasando? ya no logro reconocer su recuerdo... ¿Porqué tienes la piel tan blanca? ¿Porqué tienes puesto su perfume? ¿Acaso eres tú? ¡NO!, ¡ése perfume fue fabricado sólo para una mujer!, nadie más puede usarlo, y fué hecho para recordarme sólo a esa mujer... sólo a esa... a "esa", no, ¡NO! ¿Es a ella a quien me está recordando? Siento una voz que me llama... no, creo que son dos, me hablan al mismo tiempo, un momento, con la sordera temporal no reconocí una tercera voz... ¿Quien me está hablando? ...¿Porqué?... ¿Que son éstas? ¿Lágrimas? ¿Quien eres?, ¿Quien me habla? no son tres voces, son cuatro voces diferentes, y yo creí haber escuchado a mi amada... Siempre recordé su voz, un recuerdo que nunca fue olvidado, pero que ahora, y sin poder evitarlo me es arrebatado. ¡Maldición!, ¡No es justo!... Huelo aun el perfume... ¡EL PERFUME! ¡¿Dónde estoy?! o rayos, parece una pesadilla, ¡Maldita sea! ¡Despierta!... ¡DESPIERTA!.

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Desperté tras ése horrible sueño, y aún estaba en el avión, un sudor frío recorría mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies, no podía precisar cuanto tiempo había dormido, ni recordar con exactitud lo que había soñado, fué en aquél momento que recordé el perfume, ya que lo sentía cerca mío, olí mi ropa, y el aroma me llevó hacia mis muñecas, impregnadas en el aroma. Cuando lo olí, el sueño que había tenido hace un instante volvió a y se imprimió en mi mente, ahora despierta, y comenzó a sitiar mis pensamientos, cual gato que sitia al ratón. Comprendí así la gravedad del asunto, y comprendí que lo que decía el artículo y que yo quise rechazar era cierto.


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Otro de los tipos de memoria que existen, es la llamada "Memoria asociativa", en la que se usan técnicas de asociación en forma de "estímulos" que pueden ser visuales, auditivos, u olfatorios. Para explicarlo de forma sencilla úsaré como ejemplo aquellos recuerdos, que son más fáciles de recordar en precencia de un lugar (si ese fuera el caso) en el que ya hemos estado antes, y en el momento de volver a él los recuerdos surgen de forma más rápida y clara, de lo que lo harían, estado en otro lugar. En mi caso, yo usé el perfume, el cual, me ayudó en ciertas "situaciones" y con "ciertas" personas a recordar a mi amada, la cual usaba el perfume y con la cual, era frecuente, encontrarme en ése tipo de "situaciones". ¡Pero para mi desgracia, yo hice un abuso del método! La técnica que supuestamente me haría recordar a mi amada (y que de hecho, lo estaba haciendo al principio) fue la misma técnica que se encargó de sepultar su recuerdo, ¡y he de temer que ahora será definitivo!, porque con cada mujer con la que estuve, también estuvo presente el perfume, que al haber sido fabricado para ser usado "sólo en una mujer", tendría que haberme recordado sólo a "esa mujer", pero ahí está el error; Las tres mujeres con las que estuve, necesariamente tuvieron que usar el perfume para poder entregarme el recuero correspondiente, pero luego de estar con ellas, el perfume ya no me haría recordar solamente a mi amada, sino que desde ahora, me haría recordar a las otras tres cada vez que lo oliera, ¡y ya no podría saber nunca, cual recuerdo sería el concreto!, ¡Ya no podría recordar nunca jamás a mi amada!.

Mi situación era desesperada, tenía una confusión de rasgos y personas infernal en mi mente, y el perfume sólo hacía más engorrosa la situación. Cada vez que lo aspiraba sentía esa lluvia de facciones, que sólo flagelaban, mi ya flagelada mente. Luego de un momento, sentí que algo se deslizó hasta mi pies, miré el objeto, y me dí cuenta que era la revista abierta con el artículo, miré la hoja, y mis ojos se posaron en la parte del título que decía "Memoria minuitor, nise eam exerceas", entonces, acabé por odiarla, ya que por culpa de una sobre ejercitación mía, ahora había perdido el recuero de mi amada, y me encontraba en un viaje, con absolutamente ningún precedente, llendo hacia una tierra desconocida en busca de una persona "desconocida" y con ninguna probabilidad de tener éxito.

Cuando hube llegao a valencia, turbado recorrí la ciudad, con todas mis esperanzas detrozadas, y con el ánimo en el suelo, sin ganas siquiera de seguir hasta manises. Luego de un rato de vagar por Valencia (sin poder precisar cuanto tiempo lo estuve haciendo) llegué a un bar en el que, ya abandonado de toda fe, pedí un whisky, y comencé a fumar un cigarrillo. ¡Y cuál no sería mi sorpresa, al comenzar a sentir el aroma!. Sí, aunque era casi imposible, ¡comencé a sentir el aroma de la fragancia única!, y acto seguido (y a pesar de que el bar a esa hora comenzaba a llenarse) comencé a "buscar" a quien portara la fragancia, convencido de que no podría ser otra persona, que no fuera mi amada; Mas, mi ilusión duró poco, al recordar mi situación.

En primer lugar no había forma de que fuera mi amada, porque yo nunca pude entregarle la receta de la fórmula, la cual estaba enterrada en nuestro árbol, la cual, luego de la catástrofe, desenterré yo mismo, guardándola celosamente hasta el presente. En segundo lugar las botellitas que se puede haber llevado (que hay que decir, eran abundantes) muy improbablemente le iban a durar hasta la fecha indicada, ya que aunque abundantes, no eran eternas. En ése mismo momento un celular sonó en la mesa que estaba justamente dos mesas delante mío, lo contestó una dama, que se encontraba de espaldas hacía mí, la cual, al poner el aparato en su oído, quedó en evidencia su muñeca, ya que la manga de la chaqueta se le habo bajado un poco. Con aquél vistazo recordé que en el avión me había puesto un poco de la pósima en las muñecas, y para comprobar que ése era el olor que sentía, las volví a oler. Efectivamente, aun olían al perfume, pero con mucha menos fuerza de la que yo sentía, porque debo decir, que de todas las fragancias perceptibles, aquella era la más evidente, mas no era la que venía de mis manos; Esa fragancia se hacia sentir desde otro punto del bar. Fue cuando comencé mi "segunda búsqueda" que la dama del celular paróse de su mesa y dejó escapar las únicas palabras que le pude entender, ella dijo de forma muy marcada, como si quisiera que la persona al otro lado del teléfono entendiese muy bien: "Estación palacio del Congreso" y fue ahí que comenzó a retirarse del bar. Mientras lo hacía, pude notar como los hombres del lugar se daban vuelta para conteplarla, y es que debo decir, que era muy hermosa, pero noté además, que más que a contemplarla, ellos se daban vuelta "por olerla", y era que su perfume les avisaba que iba pasando por el lugar, una hermosa mujer.

Cuando salió del bar, fue que dejé de oler el perfume, y ahí recién reaccioné que era ella quien lo llevaba, y que de todas formas era más probable que de todas las mujeres del mundo, fuera mi amada precisamente la que llevara el perfume, porque, o por un lado podía aún conservar alguna botella, o por otro, podría haber logrado hacer copias del perfume, labor no muy difícil, si se tiene una muestra, y se habla con las gentes apropiadas. Si hubiera sido ésta la causa, no habría dejado de darme alguna pena o algo similar, al saber que alguien ya sabía duplicar mi fórmula exclusiva, o que en el peor de los casos, la comerciara, y que muchas mujeres la pudieran usar.

Abandonando toda especulación, traté de abandonar el lugar también, porque si había alguien que me podría dar una respuesta, era esa mujer (¡si es que no era ella misma mi amada!). Mas en el apuro fui detenido por el garzón, quién pensó que me quería ir sin pagar la cuenta, así que perdiendo minutos preciosos, pagué de sobra la cuenta, para poder retirarme de una vez de aquél lugar. Cuando salí, miré en todas direcciones, y fue cuando ella iba llegando al final de la cuadra que la ví otra vez; La reconocí por la ropa que llevaba, corrí con todos mis esfuerzos para alcanzarla y cuando llegué al final de la cuadra, ella ya había cruzado, y a mi me tocó la luz roja, y comenzaron a pasar lo autos; Yo con la vista entre ellos y "mi amada" (que ya estaba convencido de que era ella) no la perdería de vista por nada. En el momento justo antes de que la luz cambiara a verde, pude darme cuenta, y no sé por qué motivo, que ella se dió vuelta hacia atrás, y pude contemplarla "frente a frente", evidentenemente ella no me vió, pero yo si que la ví a ella, y ¡Rayos! tenía el pelo color caoba, y sus ojos, aunque a la distancia, me parecieron grises. Quizás me haya equivocado en ese punto, y bueno, el pelo es teñible de cualquier manera. Como sea, todos sus demás rasgos, en conjunto, me hicieron sentir esa "melancolía" de la que ya he hablado.

Al momento de cruzar y llegar a la otra vereda, ella ingresó en una estación de metro, yo la seguí con decisión, y al llegar hasta las ranuras de los boletos, ella igresó una tarjeta, que son usuales en los usuarios frecuentes de metro, acto seguido siguió su camino hacia los andenes, y yo perdí bastante tiempo en comprar un boleto, ya que en la situación (y como resulta evidente), yo no tenía tarjeta como ella. Cuando estuve por fin llegando a los andenes, la vi con pena, subir al tren (que ya estaba en el andén), y cuando diose vuelta, otra vez pude contemplarla, y si no hubiese sido por su cabello o sus ojos, yo habría asegurado que era mi amada. Inmediatemente después de eso, el tren cerró sus puertas y siguió su camino.

La deseperación me estaba carcomiendo, ahora si que sin duda la había perdido para siempre. Yo había escuchado que ella en el bar dijo el nombre de una estación de metro, la que seguramente era ésta, y por lo tanto, ya no había destino seguro en donde buscarla. Sin esperanzas me dirigí al plano de la metrovía de valencia, y me dí cuenta y con alegría renovada, que me encontraba en la estación "Universidad Politécnica" y que aún faltaban once estaciones hasta la estación "Palacio del congreso" nombre cual, le había oído pronunciar en el bar. Así que esperé el próximo tren y especulando sobre lo que sería mi reencuentro, ya tan esperado (y accidentado si se quiere), reanudé la búsqueda de mi amada, búsqueda cual, ya llegaba a su fin, una vez que llegase a dicha estación, en la cual yo pretendía encontrarla de espaldas, tocar su hombro dulcemente, y llamarla por su nombre, luego de reconocernos, le daría un beso apasionado, ausente ya de toda pena, en la satisfacción del reencuentro...



¡Pero!, ¡Oh! ¡Maldición!... ¡un último detalle que dejé escapar!



¿Cuál era su Nombre?



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KAST 2006. "Memento homo, quia pulvis es et, in pulverem revertis"...